5.
EXPLOTACIÓN FORESTAL.
Un factor que está
contribuyendo favorablemente a la conservación y ordenación forestal sostenible
de la Amazonía, es el mercado consumidor, principalmente el externo, que cada
vez exige más que la madera provenga de bosques ordenados de forma eficiente.
Esta exigencia ha propiciado la constitución del Consejo de Manejo Forestal
(Forest Stewardship Council, FSC); en Brasil, el Consejo Brasileño de
Ordenación Forestal (FSC-BR) integrado por sectores económicos (empresarial,
social y ambiental) y la Secretaría del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF-Brasil).
Actualmente este consejo está preparando las bases para la certificación de los
bosques de tierra firme en la Amazonía.
Hasta el momento,
sólo la empresa, “Mil Madeireira Amazonas”, exporta y vende madera de 40
especies oriundas de Brasil bajo requisitos de certificación conformes con los
principios, criterios e indicadores del FSC, pero otras empresas están
siguiendo el mismo camino.
En el área de la
política pública, el gobierno federal y los estatales reconocen la necesidad de
compatibilizar la política forestal y la ambiental con la política de
desarrollo y reconocen también la insuficiencia del actual sistema de
supervisión y fiscalización. En este aspecto, existen proyectos
gubernamentales, con el apoyo de recursos externos, que desarrollan estudios en
los campos de la agricultura, la regularización de la tenencia de la tierra,
los mercados e instrumentos económicos fiscales y tributarios, con la finalidad
de favorecer la ordenación forestal y disminuir el desmonte de los bosques
primarios para uso alternativo en la Amazonía.
El IBAMA y la
Secretaría de Ciencia y Tecnología del Medio Ambiente del Estado de Pará,
SECTAM, están desarrollando un nuevo modelo de seguimiento, control y
fiscalización de la explotación maderera.
Finalmente, en el campo
de las relaciones externas, el desafío de fomentar la ordenación sostenible de
los bosques tropicales forma parte de la agenda de los gobiernos y organismos
internacionales. Para el Brasil, ese desafío está expresado en diversos
instrumentos internacionales, como el Tratado de Tarapoto (TCA, 1995) y la
Agenda 21. Existen oportunidades crecientes para la cooperación internacional
en favor de la promoción de la ordenación de los bosques tropicales. El Banco
Mundial, por ejemplo, está revisando su política en aquellos aspectos que
limitan la ordenación forestal.
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